Si llegas a Ronda por primera vez es imposible que su famoso Tajo te deje literalmente sin aliento. Por mucho que hayas visto cientos de fotos, por mucho que sepas los datos de sus alturas y por mucho que conozcas el Puente Nuevo, llegarás, te asomarás y te quedarás paralizado.
No es por la altura, no es por la belleza de las rocas y las casas, asomadas al borde mismo del precipicio o, al menos, no es sólo por eso. Ni siquiera es solamente por la maravilla de ingeniería del puente, tan alto, pero sobre todo con esa impresión grave y pesada, pero no exenta de cierta gracilidad.
En resumen, el Tajo de Ronda es una maravilla de la naturaleza a la que se le han sumado varias maravillas humanas, y el resultado final es de esos que impactan y que, por supuesto, resulta imposible olvidar.
Uno llega a él después de haber atravesado la parte más joven de Ronda, anodina como la de cualquier ciudad; después las calles empiezan a cambiar y, sobre todo, vemos que estamos atravesando una zona mucho más interesante. La Plaza de Toros, a nuestra derecha nos anuncia que hemos llegado a la parte vieja y sólo unos metros más allá encontramos el Tajo.
Hay varios puntos desde los que contemplar el Tajo, el primero y más obvio es desde el propio Puente Nuevo y por eso los turistas lo cruzan deteniéndose casi a cada paso y formando un trajín continuo de gente que anda, para, se asoma y hace fotos.
Otro de los observatorios privilegiados es la terraza junto al Parador, que nos deja ver el Puente a la izquierda, las casas pegadas al precipicio y cómo, a la derecha, el paisaje se abre en unos valles hermosos hasta subir de nuevo hacia los picos de la Serranía de Ronda.
Por el contrario, en el mirador que hay justo en el otro lado, junto al Convento de Santo Domingo, desde el que vemos al Tajo doblar a la derecha y como encerrarse en sí mismo hasta el Puente Viejo. Allí se vuelve abrir al campo verde y hermoso que rodea Ronda.
Toda la ciudad, y especialmente en pequeño casco viejo defendido y aislado por el Tajo, es una verdadera maravilla, de las más hermosas de España, pero es este impresionante corte de milenios en la roca lo que la hace excepcional, otro ejemplo de lo hermoso que puede ser que la naturaleza y el hombre trabajen juntos.