Pasear por Toledo es como volver a los tiempos del Medievo. Sus calles empedradas albergan el paso de reyes, caballeros y emires. Y es que esta ciudad, enclavada en una colina sobre el río Tajo, es conocida por haber sido territorio de árabes, cristianos y judíos. En la actualidad y desde 1986 es considerada Patrimonio de la Humanidad. No es de extrañar pues quien la visita siempre vuelve.
Existe un sinfín de lugares que conocer, ya que prácticamente a diario se descubren vestigios de antiguas civilizaciones. Debido a ello, sólo os mencionaré los que más me cautivaron y que son de exigida visita al viajero.
La plaza de Zocodover, imposible no encontrarla pues es la principal de la ciudad. La parada allí es obligatoria .Sus edificios, construidos en gran parte por Juan de Herrera en época de Felipe II, no tienen desperdicio. Hoy día es el centro neurálgico y de encuentro de los toledanos. Un lugar perfecto para sentarse y disfrutar del ambiente.
La catedral, sede de la Archidiócesis de Toledo; quizá ópera magna del estilo gótico Español. En mi opinión, una de las más fastuosas que he visto en nuestro país especialmente, por su famoso “transparente”. Una obra escultórica tallada por el artista barroco Narciso Tomé.
El Alcázar, construido entre los siglos XVI-XX, se ubica en la parte más alta de la ciudad. Desde 2010 es Museo del Ejército, su remodelación no estuvo exenta de controversia ya que hasta esa fecha albergaba piezas y recuerdos de gran valor, algunos relacionados con el asedio republicano durante la guerra civil. Uno de los temas más polémicos fue la eliminación del famoso despacho del general Moscardó. Allí el militar habló telefónicamente, y por última vez, con su hijo antes de que éste muriera fusilado en manos del bando republicano.
La expectación que despierta el histórico despacho, desde el cual se realizó esa llamada, y El Alcázar en general, provocan largas colas para conocerlo, totalmente justificadas.
La iglesia de Santo Tomé es otro de los lugares a visitar, especialmente porque en su interior se encuentra “El entierro del Conde de Orgaz”, una de las obras de más calado del pintor Doménikos Theotokópoulos, más conocido como El Greco. El propio Conde fue quién mandó construir este templo santo en el que su cuerpo está enterrado.
Y es que Toledo ha sido cuna de grandes artistas como Garcilaso de la Vega o el propio pintor griego. Múltiples obras de éste último se encuentran en distintos puntos de la ciudad.
Después de éste recorrido y para reponer fuerzas, antes de comer o de cenar, podemos ir abriendo boca con un vino y una tapa, cualquier momento es bueno para practicar esta costumbre tan española. Probar la gastronomía castellano manchega es condición sine qua non. Entre sus especialidades están la sopa manchega, el cordero asado, la perdiz estofada o las gachas, sin nos, por supuesto, de las típicas migas. Y de postre, sus famosos mazapanes. ¡Para chuparse los dedos!
Antes de abandonar la ciudad no dejéis de ir a las tiendas de artesanía toledana. Éstas son especialmente conocidas por vender artículos de espadería y damasquinado. Todo un mundo por descubrir.