Madrid es una ciudad de barrios, donde cada zona del centro conserva su identidad. Quizá porque a diferencia de Barcelona o París no tuviera un gran plan urbanístico en la que basar su crecimiento durante los tiempos modernos. No hay una definición clara de sus límites y a veces incluso sus nombres no son del todo claros ya que las divisiones administrativas pueden comprender uno o más barrios, pero nosotros en este artículo usaremos la terminología más común del madrileño de a pie.
Nos quedamos con el centro histórico de la ciudad que sin duda es el cogollo del asunto. Más allá de las famosas Gran Vía y Puerta del Sol, el Madrid de los Austrias es una de las zonas más antiguas de la capital y debe su nombre a la época en la que la dinastía Habsburgo regía los destinos del país. El Palacio Real es uno de sus atractivos obvios, junto a la Plaza Mayor. Si haces una parada en el renovado Mercado de San Miguelpara una tapa no te arrepentirás.
Sin embargo, nosotros te recomendamos que te pierdas por las calles de detrás de la Plaza de la Villa. Te olvidarás de estar en una gran urbe y te sumergirás en calles de nombres viejo como calle del codo, calle de Puñonrostro o calle del Cordón. Escucharás el silencio y te podrás imaginar duelos de espadachines como si Alatriste y los suyos todavía estuvieran vivos.
Atravesando el Madrid de los Austrias en dirección Sur irás a parar irremediablemente en La Latina, uno de los templos gastronómicos del Madrid moderno y antiguo. En La Cava Baja habrás de encontrar sitios tradicionales como Casa Lucio junto a otros bares de tapas que se han ganado un nombre en tiempos modernos como Lamiak o Bonanno. No te pierdas en La Latina los deliciosos y minúsculos jardines del príncipe de Anglona, escondidos en la Plaza de la Paja, allí donde el intelectual Edgar Neville rodó en los años 40 su película fantástica La torre de los 7 jorobados.
Si te gusta disfrutar de la tranquilidad no vayas a la Latina en domingo, aunque a la vez ese es el plan perfecto ya que lo puedes acompañar de una visita al cercano Rastro. Este mercado ambulante conecta a Madrid con su pasado árabe de bazar medieval y a la vez su calle principal, la Ribera de Curtidores, sirve de límite natural entre el barrio de Lavapiés y La Latina.
La historia moderna de Lavapiés y la cercana Plaza de Tirso de Molina es narrada magnífica es narrada de manera brillante por Arturo Barea en su primer tomo de La forja de un rebelde. Fue un barrio históricamente pobre que servía de lugar de acogida a los inmigrantes de provincias durante el Siglo XIX y primeras décadas del Siglo XX, cuando la revolución industria se abría paso con retraso en España. De esa época han quedado sus calles empinadas y algunos estupendos bares en la calle Argumosa.
Hoy en día Lavapiés es un crisol de etnias y gentes a la que le rebosa cultura por todos sus costados ya que está delimitado por un lado por el precioso edificio de la Filmoteca Española (2,5 euros por película) y el popular Reina Sofía que contiene en sus salas el Guernica de Picasso. Eso sin mencionar la Casa Encendida, el centro cultural de la antigua Caja Madrid o las Escuelas Pías y su espectacular terraza, edificio del que Barea narra su incendio durante la sublevación franquista de julio de 1936.
No podemos cerrar este recorrido por el centro histórico de la capital sin reseñar el barrio de las Letras, también conocido como Huertas. El nombre de algunas de sus calles, como Lope de Vega o Cervantes, también habla de su homenaje a los grandes de las letras en español. Por ejemplo, en la Calle del León vivió el propio Miguel de Cervantes y nació el dramaturgo y premio Nobel Jacinto Benavente. En esta zona se crearon los primeros teatros de comedias, aunque hoy en día lo que abundan son los lugares para degustar tapas, como en la cercana Plaza de Santa Ana.
Como anécdota vale saber que la calle del León debe su nombre a un extranjero que se instaló en ella con una fiera enjaulada y cobraba dos maravedís a todo el que quisiera verla. Hoy en día el barrio de las Letras acoge al Museo Thyssen o al Caixa Fórum y cruzando el Paseo del Prado se llegaría a ese templo de la pintura y el arte llamado Museo del Prado.
Escrito por Iñigo Antolín . Puedes seguir sus artículos de viajes en Gusto Guides.