Santander, capital de Cantabria y una ciudad que se ha ganado el título de “La Joya del Cantábrico” junto con San Sebastián. Y es que su espectacular Bahía bien merece un capítulo aparte. Con 179.921 habitantes (según el censo de 2011), Santander es una ciudad que ha sabido mantener esa paz, tranquilidad y armonía que la caracterizan, pero a la vez se ha ido adaptando a los nuevos cambios en el tiempo con ese porte, imponencia y clase que ostenta. Una ciudad con un toque muy moderno y muy presente en buena parte de sus edificios, debido en buena medida al terrible incendio que sufrió en 1941.
Es el momento de adentrarnos y conocerla, ¿te apuntas?.
Si hay un lugar muy conocido y que precisamente está impregnado de ese toque señorial del que hablábamos es el Sardinero. El escritor Benito Pérez Galdós decía de él que: “Todo el lujo que hay aquí, lo ha puesto la naturaleza”. El Sardinero es sin duda una de las zonas más visitas por los turistas que visitan la ciudad, y en la actualidad sigue siendo un foco turístico de primer orden; pero la fama ya la tiene desde hace años…algo así como desde el siglo XIX. Comenzó a cobrar importancia a mediados de dicho siglo con los conocidos Baños de Ola; la burguesía de la época comenzó a frecuentar las playas de Santander debido a los beneficios que el agua de mar y las olas les aportaban. En Julio se celebran unas divertidas y originales fiestas de Baños de Ola, en el que la gente se disfraza de la época y se recrean estos baños y la vida que se llevaba por aquel entonces en esta zona de Santander.
Para darnos un buen baño refrescante podemos optar por la 1ª Playa del Sardinero o por la 2ª, separadas por los preciosos Jardines de Piquío (incluso igual alguno se anima con el Surf, un buen destino para los amantes de este deporte). La Primera era más frecuentada por la nobleza y burguesía de la época, mientras que la Segunda era la playa del pueblo llano (siendo un poco subjetiva, creo que aún algo de aquello se sigue conservando en ciertos aspectos…valoradlo vosotros mismos cuando vayáis).
El edificio sin duda que preside y engalana estas impresionantes playas es el Gran Casino del Sardinero, un edificio imponente y emblemático construido en 1916. Si nos apetece hacer un alto en el camino, que mejor forma que sentarnos en alguna de las terrazas que encontramos justo debajo del Casino. Después podemos bajar la comida paseando por los Jardines de San Roque, donde en estas fechas podemos disfrutar de divertidas verbenas en el Auditorium que se encuentra al final de la Alameda (como recuerdo haber ido de peque con mis padres a ver a los Carabelas o Ana Belén y Victor Manuel, y grupos similares de esos que ahora recuerdas con especial cariño…”Cuéntame el cuento del árbol dátil de los desiertos, de las mezquitas de tus abuelos…contamíname mézclate conmigo”).
Si queremos cambiar de aire, y estamos saturados de playa por hoy, que mejor forma que respirar aire puro y limpio en el Faro de Cabo Mayor. Una de las mejores vistas de toda la ciudad, rodeados de un entorno inigualable con frondosos bosques y ese prado verde que tanto caracteriza a la provincia de Cantabria. El espectacular acantilado deja con la boca abierta a más de uno.
Otra estupenda opción para gozar de paz y tranquilidad es visitar la Península de la Magdalena, un parque de 25 hectáreas que por su situación enamora con ese precioso contraste entre lo verde del campo y el azul del mar. Pero si algo da nombre a este recinto, es el Palacio Real de la Magdalena, se encuentra en la parte más alta de la península, y fue construido entre los años 1909 y 1911. Su singular figura se ve desde prácticamente todos los puntos de la ciudad, es desde hace más de 50 años sede de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y ha sido el escenario principal para la grabación de la conocida serie Gran Hotel. Un consejo, es muy divertido recorrer el parque en el trenecito conocido como El Magdaleno.
Para los más urbanitas…tranquilos ya volvemos a la realidad de la ciudad. Retrocedemos el camino y nos adentramos en el centro de Santander. Hemos llegado al Paseo de Pereda, uno de los paisajes urbanos más representativos, y con más carácter de la capital cántabra, gracias sobre todo a sus imponentes edificios (datados desde finales del siglo XVIII hasta principios del siglo XX).
Justo enfrente, la que ya ha sido calificada como una de las bahías más bellas del mundo. Muy recomendable una caminata por aquí, y disfrutar de las graciosas estatuas a los raqueros que se encuentran en el borde de la acera, de la Grúa de Piedra o de un paseo en el barco que cruza la bahía. Por cierto, para los que no sois de Santander, los raqueros eran aquellos niños huérfanos, o humildes que durante el siglo XIX y principios del XX se lanzaban desde el muelle al mar para coger aquellas monedas que tiraban los barcos y la gente al mar.
Si continuamos por este camino, llegaremos al Palacio de Festivales, un edificio que no deja indiferente a nadie y que ha sido durante muchos años motivo de controversia para los santanderinos, aunque parece que poco a poco va integrándose más en el espíritu de la ciudad. Al final del paseo, el Museo Marítimo, y si volvemos a la zona de la bahía, cercano a ella tenemos los Jardines de Pereda, con su monumento al novelista cántabro Jose María de Pereda.
Pero no todo va a ser visitar y visitar, Santander también tiene hueco para el consumo. Los amantes de las compras podrán encontrar tiendas realmente interesantes, sobre todo zapaterías, tiendas multimarca y pequeñas tiendas de ropa con un toque especial y sugerente.
Lo mismo ocurre con los que tenéis el paladar fino, en la zona de Tetuán, Castelar y el Barrio Pesqueropodréis degustar los mejores pescados y mariscos, así como las mejores carnes de nuestra región. Y por supuesto, nos os podéis ir de Santander sin alternar un domingo en cualquiera de sus bares al mediodía con un vinito blanco o vermut y unas rabas (calamares, pero más ricos); no te has integrado realmente con el ambiente santanderino si no lo pruebas!!.
Y enlazando con el ambientillo, ahora pasamos a la vida nocturna y más que nunca ahora en estas largas noches de verano la Plaza de Cañadío es sin duda donde se concentran muchos de los pubs y donde se reúne toda la gente. Les hay que disfrutan con su copita tranquilamente, les hay que deciden acercarse al Paseo de Pereda que se encuentra cerca y se compran un heladito en la conocida heladería Regma o Capri.
Cómo veis opciones para todos los gustos, pero sobre todo opciones interesantes, diferentes y fresquitas para esos días eternos de verano, en los que nos apetece disfrutar al 100% y que pese a lo largos que son, nos gustaría que durasen 48 horas.
Para aquellos que cojáis vacaciones después del verano, aquello que os apetezca venir a pasar el fin de semana, o aquellos que vengáis por motivos laborales, etc…Santander siempre es un soplo de aire fresco, pero a la vez una ciudad acogedora y cálida que os invita a recorrer sus calles, a disfrutar de su mar, sus playas, sus montañas y su gente. ¿Qué a veces llueve? Pues sí, pero también tiene su gracia, y más de uno acabaréis comprando el típico chubasquero amarillo y os echaréis unas risas.
Me dejo cien cosas: la interesante rampa de Sotileza, la Catedral, la Fuente de Cacho, la plaza de Pombo y la de Porticada, el Ayuntamiento…; pero poco a poco, callejeando y preguntando encontraréis todo eso y más.
No cabe duda que todo aquel que viene siempre quiere volver, el que viene a vivir siempre se acaba quedando y los que nos marchamos, como es mi caso, siempre acabamos añorando “La Tierruca”.