El peso de la historia y del Mediterráneo se huele en Ciutadella. Paseando por las angostas calles de su casco antiguo uno entiende por qué multitud de culturas han querido dejar su impronta en la ciudad y en la isla de Menorca.
Desde su fundación por parte los cartagineses Ciutadella ha conocido la dominación de los árabes, su reconquista posterior en el Siglo XIII hasta caer en manos de los turcos en el Siglo XVI, que además deportaron a más de 3.000 lugareños para venderlos como esclavos en los bazares de Estambul. Podemos afirmar que los ancestros de los actuales 30.000 habitantes de Menorca las han visto de todos los colores.
Los vestigios de aquella época se notan en la catedral gótica, del Siglo XIV que fue construida sobre una mezquita o en el puerto y sus murallas que hacen imaginar al visitante el interés que las potencias extranjeras podían tener en este punto estratégico del Mediterráneo.
Todavía queda un siglo de dominación inglesa, en el que se decide trasladar la capital de Menorca a Mahón, hasta que el territorio se integrara en la Corona española en 1802. El legado británico en Menorca se siente en diversos aspectos como la pomada, versión local de la ginebra, palabras como botil (del ingles bottle) para referirse a botella o la primera carretera de la isla (camino de Kane, por el primer gobernador ingles).
Y es que la historia, en este caso la más reciente, explica en buena parte el hecho que de la ciudad, y muchas partes de la isla hayan conservado el encanto. Durante la Guerra Civil Menorca se alineó con el lado republicano y eso le costó ser dejada de lado durante la posguerra.
El carácter mediterráneo de la ciudad se percibe al pasear por ella. Casas blancas en calles estrechas que le recuerdan al visitante a una prima carnal de las partes más antiguas de Niza o Barcelona. Para saborear este estilo de vida solo hace falta visitar el coqueto Mercat del Peix (mercado de pescado) donde se puede encontrar pescado fresco negociado de la misma manera que se ha hecho durante generaciones.
La cocina local es de gran diversidad. Se pueden encontrar platos basados en hortalizas y verduras, junto al marisco y pescado, a lo que hay que añadir una buena gama de quesos y embutidos. Los comercios de la Calle Arguimbau ofrecen estos manjares a buenos precios. Para el que tenga tiempo y quiera probar un restaurante de comida local recomendamos La Guitarra, que cuenta con mucha variedad de platos locales de carne y pescado, además de tapas.
Otro de los puntos fuertes de Ciutadella es su pequeño comercio. Por todos son conocidas las famosas abarcas o menorquinas pero también merece la pena echar un ojo a los comercios locales de ropa, ya que se puede encontrar productos locales muy elegantes como sombreros o camisas con precios ajustados para la magnífica calidad que ofrecen.
Por último no podemos dejar de mencionar el carácter especial que Ciutadella adquiere cada junio con la llegada de las fiestas de Sant Joan (días 23 y 24). La semana de fiestas se abre el fin de semana anterior, con la celebración del domingo del cordero. Un lugareño ataviado con pieles pasea un cordero por las calles de la ciudad mientras es acompañado de una comitiva. Esta tradición tiene su origen en los tiempos previos a la llegada del cristianismo.
El fin de semana de las fiestas de Sant Joan el protagonista es el caballo. Varios jinetes engalanados con trajes de época demuestran sus habilidades sobre estos animals mientras todo el pueblo sale a la calle a celebrar.
Escrito por Iñigo Antolín de Gusto Guides